3.11.11

El becario es innecesario


El dinero no lo es todo. Por eso el becario es precario. Mísero pan con cebolla que acaba sabiendo a gloria.

Adam Smith no reparó en el becario-sicario. El que recibe órdenes y las ejecuta. "Ocúpate de esto. Y de esto. De esto otro también. Y vuelve a mí cuando hayas terminado".

El becario es inquieto, echao p'alante, aventurero, desesperado. El becario es un templario. Viaja a tomar por culo a por un supuesto Santo Grial. El Santo Grial de la oferta de empleo.

Muchos se quejan por la falta de experiencia de los recién licenciados y graduados. Terminan sus carreras, dispuestos a no ser mileuristas–objetivo mal logrado– y con créditos de sobra. "¡No doy crédito!", exclamó el pequeño Timmy, "una importante multinacional necesita de una persona flexible, que se adapte a los cambios, que esté dispuesto a desplazarse, que se deje la piel por la marca. Que sea rápido en sus acciones, que se adapte a las decisiones." ¿Lo ves? ¡El becario es necesario!
Necesario por no haber tenido aventuras laborales o empresariales durante los estudios, durante la Edad de la Energía, como consecuencia del prejuicioso miedo que conlleva caminar por la senda de la titulitis y los diplomas y esos cientos de páginas en libros que poco enseñan sobre cómo compaginar cuento de realidad.
¡Menos lea y más pasión!

Me meo en el CEO que dice crear empleo. ¿Y por qué los profesores no pueden tener asistentes universitarios? ¡La lucha contra la administración es ya una buena remuneración!

Adopta un becario, pero desde su más tierna infancia. El becario es necesario.